Explora Punta Mita

Un taco de pescado, una cerveza fría y un lugar en la arena más fina mientras observas el azul intenso del Pacífico. Si esta es tu idea del paraíso (coincide con la nuestra), Punta Mita cumple tus expectativas de vacaciones. A tan solo una hora en coche de la famosa Puerto Vallarta, este pueblecito pesquero, que no te puedes perder, se encuentra en una península rodeada por el Pacífico. En su interior, las montañas de Sierra Madre emergen imponentes en el paisaje. Punta Mita ha ido consolidando un grupo de exigentes seguidores, que vienen atraídos por las casas de lujo, los más de 320 km de playa a lo largo de la Riviera Nayarit, sus selvas y sus montañas, el colorido arte y la artesanía de los indios Huichol y, por supuesto, para broncearse tumbados al sol, ya que estamos en la misma latitud que Hawái y tenemos 29 °C en verano y 24 °C en invierno. Así que, coge la tabla de surf y el bronceador, y ¡sigue su ejemplo!

En tu maleta tampoco deberían faltar las gafas de bucear y unos prismáticos, ya que a pocos kilómetros de la península de Punta Mita se encuentra el Parque Nacional Islas Marietas. Estas bajas islas volcánicas forman parte de la red de Reservas de la Biosfera de la Unesco. En ella no viven personas, pero gracias a la extensa fauna y flora salvaje que habita en sus ocho kilómetros cuadrados y las aguas que las rodean, se las conoce como las islas Galápagos de México. A principios del siglo XX, el gobierno mexicano utilizaba las islas como campo de tiro y bombardeo, pero cuando el oceanógrafo y ecologista Jacques Cousteau las descubrió en los 60, inició una campaña para proteger su ecosistema único e impoluto. Más adelante, en 2005, esta campaña lograría la creación del Parque Nacional Islas Marietas, ocho años después de la muerte del oceanógrafo.

Bajo la superficie, encontrarás un verdadero acuario lleno de ángeles reales, carpas de Cortez, jaquetas gigantes, doncellas, pulpos, peces globo y pepinos de mar. Cerca de la orilla se pueden ver tortugas marinas, delfines y enormes mantarrayas; y, en los meses de invierno, pasan ballenas jorobadas y grises que emigran desde el sur de Alaska. Las islas son conocidas por su playa Escondida, a la que solo se puede acceder cuando baja la marea lo justo para adentrarse en una cueva y salir a un banco de arena que se forma en el interior de un cráter de cielo abierto. Aquí, las verdaderas dueñas del lugar son las aves. Hay más de 90 especies que anidan en las islas o que vienen a hacer una parada en sus rutas migratorias, entre las que destacan fragatas, garzas, garcetas, pelícanos y la estrella del espectáculo: el piquero patiazul, famoso por sus particulares patas palmeadas de un color azul brillante, que se aparea y anida entre las rocas.

Si te va más la vida surfera, sube por la costa de Punta Mita hasta Sayulita, un pueblo bohemio hogar de olas increíbles, tiendas modernas y un sinfín de establecimientos en los que podrás probar los mejores tacos de pescado. La plaza del pueblo está rodeada de calles empedradas con murales y edificios de colores vivos en los que podrás admirar o, incluso, comprar algunas de las creaciones del arte típico del pueblo Huichol, una tribu indígena de México conocida por sus dibujos hechos con lana y con cuentas. Aquí encontrarás regalos increíbles para llevar a casa: pulseras y cinturones con cuentas, intricada joyería hecha con alambre trenzado, pósteres de películas españolas antiguas, incienso y pantalones bombachos. Hay taquerías por doquier y tampoco faltan puestos de churros que venden este delicioso dulce de masa frita espolvoreado con canela. Si prefieres algo fresquito, tómate una «paleta» (que es como llaman a los polos en México) del sabor que más te atraiga, o prueba la especialidad de Sayulita: el plátano congelado recubierto de chocolate de Choco Banana. También encontrarás zumos recién hechos y aguas frescas, cervezas mexicanas y el combinado local, la michelada, que lleva cerveza Pacífico, zumo de lima, Clamato y salsa picante. ¿Este es el paraíso que buscabas? ¡Pues la has encontrado!

No muy lejos de Sayulita encontrarás otra forma, que requiere algo más de tu energía, de pasar el día. Cerro del Mono es el punto más alto del lugar y uno de los accidentes geográficos que más destacan en el paisaje. Antiguamente, la montaña era un lugar sagrado para los indios huicholes y llevaban ofrendas a sus dioses: figuras de arcilla (que parecían monos y han dado nombre a la montaña) y otros petroglifos místicos, que adornan las colinas. En la subida al cerro, cubierto de árboles cargados de limas, es muy probable que veas ciervos, jabatos y armadillos. Cuando llegues a la cima, te recibirán las increíbles vistas de la bahía de Banderas que se divisa muy abajo.

Unas vacaciones en una villa en Punta Mita

Cielos azules, piscinas de aguas turquesas y el contraste de la arena con las olas al romper: las villas de Punta Mita son un festival de colores para la vista y el lugar perfecto para unas vacaciones de ensueño en México.

Si vienes buscando calma, sosiego y privacidad en la candente riviera mexicana, encontrarás, sin duda, una casa con todo lo que necesitas en los alquileres de nuestra selección en Hacienda de Mita. Empieza una partida de golf en uno de los dos campos Jack Nicklaus, diseñados por la compañía del campeón, que se encuentran prácticamente en la puerta de tu casa; pasea por el pueblo de Punta de Mita, sal a la playa para practicar surf, kayak o para broncearte, o refréscate en la piscina con una cerveza bien fría. Sea cual sea tu forma de pasar las vacaciones, estas propiedades de lujo, con sus cocinas a las que no les falta detalle y sus amplias zonas exteriores e interiores, tienen todo lo que necesitas para disfrutar de unas vacaciones que recordarás siempre con la familia y los amigos.

¿Buscas un lugar fascinante, amplio y donde poder disfrutar junto a amigos o familiares? Las villas de El Encanto cumplen todos tus deseos. El nombre de este complejo de lujo, enclavado en las orillas de la bahía de Banderas, hace honor a su nombre porque rebosa de encanto. Prepara las bebidas en el mueble bar, pon música, enciende la barbacoa y deja que la fiesta vaya tomando color.